Siempre digo que no tengo expectativas de nada, ni por nada; que cualquier cosa que suceda estará bien porque era lo que tenia que pasar; que ya no espero nada de nadie para no decepcionarme y en fin, todas esas teorías que tengo en la cabeza para que no me caiga el balde de agua fría a la hora de un suceso de relativa importancia para mi ego y autoestima.
Así que se acercaba mi cumple y mi único deseo fuera de mi era pasarla bien, pero por dentro bueno, que fulanito venga a la casa, que perencejo se acuerde y venga también y bueno que sea mas agradable que el anterior, junto a las personas que mas quiero... Peeero se fueron acercando las horas, llego el día y todo descendió de las nubes hasta tocar fuertemente el suelo... Y eso si, pisciano que se respeta se transporta a la melancolía y el romanticismo del siglo XVIII cuando nada sale bien, ¡o cuando todo sale muy bien! Si, si... Somos llorones, ¡mucho! ¡Esta bien, demasiado! Pero la cosa esta en que signo piscis o no, todos en ciertas ocasiones esperamos algo, como dice una frase por ahí, que en eso consiste la vida: tener algo que hacer, algo que esperar y alguien a quien amar, porque sino todo es como aburrido.
Y así fue mi cumple numero 19, sin mas obsequios que lecciones y del cual igualmente agradezco a Dios, por permitir nuevamente situaciones que tienen gran valor para mi, darle final a este primer trimestre del año con un tema filosófico que me encanta, el cual es la razón, un cumpleaños donde siempre a fuerza de sentimentalismo me da otra onzita de sabiduría y por su puesto el mejor regalo de todos, mi familia saludable, su presencia en todo momento guiándome y un año mas de vida.
Nathalis Venales C.